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fue laureada y le valió recibir el Grado de Honor. Este trabajo, al que dedicó cinco años, es un claro ejemplo de la mente inquisitiva que lo caracteriza; como en el mundo no existía un método específico para que los ortopedistas pudieran valorar objetivamente dicho problema, muy frecuente sobre todo entre las personas que se ejercitan en los gimnasios (debido a la práctica inadecuada de ejercicios que sobrecargan la articulación de la rodilla), decidió crear uno propio. Luego de perfeccionarlo y validarlo cuidadosamente, lo presentará ante la comunidad científica internacional, en el Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Artroscopia, que se efectuará el próximo mes de mayo, en Argentina.


Desde hace algunos años, su trabajo como investigador ha estado estrechamente vinculado con el Banco de Huesos de la Fundación Cosme y Damián, pues es el Director de Investigación de esta entidad sinánimo de lucro, que lidera en Colombia y América Latina la recuperación, procesamiento y conservación de huesos, cartílagos y otros tejidos de personas fallecidas, recibidos por donación, para su uso como injertos.
Incansable, pues considera que la búsqueda del conocimiento es una espiral en crecimiento continuo, apenas culmina un proyecto se embarca en el siguiente y, por eso, no sorprende
que en la actualidad esté dedicado a la elaboración de un “mapa” del dolor de rodilla, que permitirá al médico identificar las posibles causas del mismo, de acuerdo con la descripción de los síntomas hecha por el paciente.


Apasionado por la ecología

Con tantas cosas por hacer y tantas responsabilidades, queda poco tiempo para la vida personal, pero es tal su amor por la naturaleza, que sus pocos momentos libres los dedica a la

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siembra de árboles nativos en su finca, localizada a pocos minutos de Bogotá, en el área rural del municipio de San Francisco (Cundinamarca).
Cuando adquirió la propiedad, la mayoría del terreno era una gran extensión de potreros para el ganado, apenas interrumpidos por los últimos vestigios del bosque que alguna vez cubriera toda la sabana; pero, en lugar de explotar la tierra hasta agotarla, se transformó en su aliado y empezó la laboriosa tarea de proteger al bosque, aislándolo del ganado y sembrandoárboles, de modo que en menos de tres años grandes zonas boscosas han reemplazado a los pastos y hoy conforman un verdadero oasis que conserva la humedad, protege los suelos de la erosión y brinda un hogar para la flora y la fauna autóctonas de la región.


Confiesa que esta vocación ecológica irrevocable llegó a su vida desde niño y ente las muchas anécdotas que tiene por contar, recuerda con especial afecto cuando, con apenas seis años, sembró en el jardín de su casa un frágil retoño de arrayán, que hoy, cuatro décadas después es un árbol inmenso.


En su finca, alejado de los quirófanos y los laboratorios de investigación, continúa, infatigable, su labor de sembrador y aprovecha toda ocasión que tiene para fotografiar las plantas y animales que encuentra a cada paso, pues uno de sus sueños por cumplir es publicar un libro sobre la biodiversidad de los bosques nativos de Los Andes colombianos.

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